martes, 31 de marzo de 2015

Solo.


“Caía cada gota de agua sobre el largo Océano y formaba millones de hondas, y sobre esas otras y otras… Los cristales de coches y casas se empapaban y dejaban deslizar cada una. No había nadie y no sabía si era por la lluvia o por mí. Durante toda mi vida las personas se han alejado. He visto miradas felices convertirse en miradas vacías cuando, sin saber el motivo, las decepcionaba. Siempre he intentado hacer las cosas lo mejor posible, y a veces lo conseguía, aunque otras todo saliera mal. Me considero una persona luchadora, y que quiere a todos los que le quieren. Me encanta proteger a mi gente, verles agradecidos y agradecidas y sentir que soy importante para ellos y para ellas. Pero a pesar de tanto esfuerzo, a pesar de no querer alejarme de ninguno, todo se ha torcido y he acabado sin nadie. Tal vez el esfuerzo haya sido demasiado, o quizás haya sido mi insistencia por proteger lo que ha agotado a todos, pero ahora no puedo hacer más nada. La resignación es lo que caracteriza mi vida; la resignación, la impotencia y, cada vez más, la ira. Lucho cada día contra mis demonios y contra las tentaciones que ellos a mi vista ponen, y hasta el momento lo he superado. El problema es que no sé hasta cuando durarán mis fuerzas; no sé la manera de encontrarlas ni mucho menos la manera de mantenerlas. Cada día la lluvia es más intensa, el Océano es más profundo y los cristales se rompen. No sé cuándo será el momento en el que mis ojos dejen de llorar.”