sábado, 14 de noviembre de 2015

Desgraciadamente una realidad.

Anoche vi una película horrible. Trataba de una familia que se había reunido para cenar y reír juntos. Habían decorado la casa con dibujos del miembro más pequeño y hablaban de la artista que llegaría a ser el día de mañana. Después de un par de horas de risas y de haber comido hasta reventar, el padre decidió acudir a una tiendita cercana para comprar unos helados. La hija quiso ir con él, y a pesar de que no solían dejar que la niñita saliera tan tarde, estaban de fiesta, ¿qué podía pasar? Después de aparcar dos calles más atrás de la tienda, el padre cogió a su hija en brazos y le dio un besito. No lo vio venir… Tras un gran estruendo desaparecieron bajo una nube de polvo y cimientos. Una bomba había explotado justo al lado de ellos. ¿Una funesta casualidad haber aparcado en esa calle…? No: un acto deleznable a manos de seres inconscientes, de lo peor que se puede encontrar en este mundo. Seres despreciables que no merecen la vida que tienen. Fue horrible… Pero espera, hay algo que no me cuadra… Claro, no fue una película…
Malditos aquellos que se creen con un mínimo de derecho de acabar con una sola vida; malditos aquellos que viven para hacer tanto daño. Espero que el infierno sea el mejor regalo para ellos, pues en realidad merecen algo mucho peor.
Mucho ánimo y muchas fuerzas a familiares y amigos de las víctimas.

#TodosSomosParís