martes, 29 de noviembre de 2016

Un segundo

Sus latidos se cruzaron y se escucharon mutuamente, temblorosos y con miedo. Sus heridas habían cicatrizado y una vez más estaban dispuestos a sentir. Despacio, con mucho cuidado, rozaron sus dedos y se entregaron los labios. Tras fundirse sus miradas el mundo cayó a sus pies y calló todo lo que había en torno a ellos. Ahora sus corazones sonaban al unísono y sin hablarse escucharon todo lo que tenían que decir. Luz era todo lo que se podía ver entre ellos, una luz cálida que los envolvía como lo hacían sus brazos; un segundo se hizo interminable, pues el tiempo decidió detenerse ante semejante milagro y de la mano anduvieron activando de nuevo el reloj.
Sus latidos volvieron a dibujar sonrisas en sus rostros; el miedo se hizo a un lado y la esencia de la vida, el amor, surgió de sus más profundas cicatrices.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Oscuirdad (relato)

Estaba cansado de formalismos, de intentar caerles bien a todos, de hacer siempre lo que consideraba correcto, con presiones y perfeccionismos; harto de ir de puntillas para no despertar a nadie. Llegó entonces el día en el que desapareció; un monstruo se creó tras las sombras sin previo aviso, justo delante de la luz. Pensó en sí mismo, olvidó lo que le decía el resto, no esperó por nada ni nadie e hizo lo que quiso sin depender; apartó los detalles, desvió su atención solo a lo que le interesaba sin centrarla en ningún punto eternamente. De una mente despierta, viva y servicial se engendró el caos y cerró sus ojos al resto. Era hora de conocerse a uno mismo y para hacerlo era necesario convivir con todas sus facetas, conocer todo lo que se ocultaba en su interior.
Sabía todo el bien y el amor que podía albergar, pero necesitaba saber cuánta oscuridad guardaba su alma y cuánto odio cabía en su pecho.
De su corazón brotó tinta negra y manchó todo el brillo que habitaba en él; sus ojos cambiaron su expresión, siendo ésta vacía e indiferente y su cara quedó completamente impasible. Sintió helarse su pecho pero no le importó en absoluto; respiró hondo y disfrutó de esa nueva sensación. Las inseguridades, sus miedos, comenzaron a desvanecerse y un ego enorme se abalanzó sobre él.

Por un momento, solo por un momento, se planteó la corrección de su transformación pero se esfumó como el humo del tabaco al mirarse en el espejo. Era él, y la oscuridad se había hecho definitivamente con su alma.


Resultado de imagen de monstruo en su interior