Es curioso cómo en muchas ocasiones no somos del todo conscientes
de nuestro estado de ánimo. La mayoría de las veces, cuando una persona está
expuesta a una situación de estrés y por algún motivo, ese estrés se transforma
en algo natural, no es capaz de separarlo de su vida y es entonces cuando sus
días comienzan a ser más difíciles aunque él/ella no lo sepa.
Por eso hoy vengo a hablarles un poco de la calma, de la
concepción que tengo de ciertas cosas debido a cómo vivo. No se trata de algún
estudio que haya realizado, sino de lo que aún estoy aprendiendo de mi propia
experiencia.
Siempre he sido una persona muy nerviosa, que en ocasiones
perdía la calma y estallaba por pequeñas tonterías. Tenía reacciones
desproporcionadas a lo que de verdad ocurría y me costaba muchísimo mantener
esa tranquilidad que debería caracterizarnos. Incluso hubo momentos en los que algunas
personas recibían por mi parte un trato que no merecían debido a esa falta de
paz en mi interior, y yo no era del todo consciente. Un día, algo en mí pidió
callarse, y ante tal petición descubrí el budismo, sobre todo la práctica de la
meditación y todo lo que ella, dentro de su propia filosofía, conlleva.
Es posible que muchos piensen que esta clase de práctica es
inútil o aburrida, pero eso se debe a que todo lo bueno, en su comienzo,
resulta difícil de alcanzar. A día de hoy sigo siendo un novato en esto de la
meditación, pues todos sabemos que hay momentos de nuestras vidas en los que estás
realizando algo que de algún modo te impide hacer otras cosas, pero ya hace un
tiempo he conseguido encontrar, cada día, momentos para mí, para practicar esa
calma tan buscada, y por fin he conseguido tocarla aunque solo sea por
momentos.
La calma es algo que está en nuestro interior y depende de
nosotros desarrollar. Incluso en aquellas situaciones en las que crees que la
rabia o el estrés te van a sobrepasar, depende de nosotros alimentar nuestra
calma.
Si se encuentran en una etapa en la que el estrés se ha
apoderado de sus vidas y ya no saben identificarlo, les comentaré algunas de
las reacciones involuntarias que nuestra mente tiene ante determinadas
situaciones:
- A la hora de dormir, nuestra mente se detiene a
pensar cosas que nos preocupan, y nos cuesta muchísimo conciliar el sueño.
- Determinados sonidos o sucesos que normalmente
no nos molestan, nos irritan y nos enfadan.
- Estallamos cuando lo que ocurre es una tontería,
y casi no podemos controlarlo.
- En ocasiones sientes que te cuesta respirar con
normalidad.
Estas son algunas de las reacciones más frecuentes y más
fáciles de identificar.
Si esto les ocurre les aconsejo que una vez al día se alejen
de todo el ruido, apaguen sus móviles y hagan algo que de verdad les apetezca.
A mí me ayuda la meditación, pero no es necesario que la hagan si no les
apetece siempre que desconecten del estrés de otra forma. Cuando la calma llega
a nuestra consciencia y a nuestra inconsciencia, nuestra vida mejora en todos los sentidos. Está
más relacionada con todo lo que nos ocurre de lo que piensan. Créanme, lo he
vivido.
Si les ha gustado, volveré a hablar más profundamente sobre
este aspecto tan importante en nuestras vidas, siempre teniendo en cuenta mi
propia experiencia.