Hoy te he dejado sobre la cama unos besos y unas cuantas
palabras. En el espejo, los versos se unieron sobre el vapor de agua caliente y
formaron poesía. La chimenea permanecía encendida y la idea de crear era
innata; nuestras sombras bailaban en la pared de enfrente y los chasquidos del
fuego envolvían y acomodaban nuestros ojos.
Todo cuanto hacía resultaba sencillo, tan natural como el
olor de la tierra mojada.
El invierno en un instante se llenó de flores y pronto el calor
del verano invadió mi pecho. Cuatro huellas dibujamos en la arena, cuatro
huellas que ni las olas pudieron borrar. Miramos al cielo y abrimos las alas
como los pájaros abrazan al viento y caímos sobre las nubes.
Le cogí la mano, le
besé los dedos y le hice saber que todo iría bien.
Todo irá bien.
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