En mi entrada anterior hablé de lo que debían hacer, en mi
opinión, para encontrar poco a poco la calma. Por lo tanto, una vez encontrada,
debemos dar un paso más hacia nuestro bienestar. Hoy hablaré de la paciencia.
Cuando la calma se apodera de nuestras mentes y nuestros
cuerpos nos situamos en el momento
perfecto para desarrollar nuestra paciencia. Tal vez nunca se han planteado su
importancia, pero en más de una ocasión puede ayudarnos a mantener nuestra
estabilidad. Yo antes no era una persona paciente: solía desquiciarme con facilidad
y no pensaba con claridad; actuaba de forma impulsiva y eso me conducía a
cometer muchos errores. Hoy, continúo entrenando mi paciencia y aunque siempre
pueda mejorar mucho más he conseguido bastante, y precisamente se trata de
superarse día a día, cueste lo que cueste y esto puede aplicarse a cualquier aspecto
de la vida.
Ya sabemos que para desarrollar esta cualidad debemos
encontrar previamente la calma, pues si nos encontramos alterados nos será muy
complicado ser pacientes ante una situación, y precisamente ese es “el secreto”.
Una vez estemos calmados, esperar nos resultará verdaderamente sencillo.
Por lo tanto, cuando se encuentren ante una situación en la que
deben esperar y les cueste hacerlo, traten de calmarse todo lo posible (como
hemos mencionado anteriormente) y entonces lograrán mantener ese estado.
Deben darse cuenta del momento en el que se sienten impacientes
para tratar de calmarse y ver la situación como algo que pasará más tarde o más
temprano y que mostrar enfado no ayuda para nada a superar las circunstancias. El
primer paso necesario para solucionar algo es saber cuál es el problema, así que
para ser paciente lo primero es darse cuenta del momento en que no lo estás
siendo. Siempre queremos tenerlo todo aquí y ahora siendo conscientes de que eso
no es posible. Entonces, ¿por qué no nos relajamos y esperamos tranquilamente?
Entiendo que todo suena realmente sencillo en la teoría y que
la práctica es bien distinta, pero ahí mi consejo y resumen:
Primero,
busquen la calma en los momentos de estrés; luego, háganse conscientes del
momento que están viviendo y concéntrense solo en lo que están haciendo; al
conseguirlo, ya les seguirá la calma a cada paso (siempre que continúen con la
práctica) y entonces adquirirán mayor control de ustedes mismos; finalmente,
cuando se enfrenten a una situación en la que deban esperar por algo, en la que
no puedan controlar lo que ocurra, traten de encontrar nuevamente la calma y
esperen sin angustias, sin miedos.
Siempre digo que una situación no va a cambiar por la forma
en que te la tomes. Si algo tiene que pasar pasará aunque te enfades y te
llenes de rabia. Reaccionando de este modo te cargas con otro problema; lo
único que puedes controlar es tu estado de ánimo. Todo pasa, “no hay mal que dure
cien años”, sonríe y vive.
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