viernes, 13 de octubre de 2017

Al final, tú

Solo soy capaz de escuchar las letras
que pronuncias mientras no hablas,
mirándome directamente a los ojos,
pidiendo ser liberada de algún modo
de la carga que soportas inevitablemente
desde que te levantas.

Me gusta escribir historias así como
imaginarlas pero cuando se trata de
ti todo se vuelve muy real, o al menos
una realidad inventada que desearía que
se transformara en la única cierta.

Tus manos en mis manos se sienten
muy ligeras, encajan a la perfección.
No conocía las facetas de la libertad
hasta que sentí que era libre a pesar de estar
ligado a ti, incluso sin verdaderamente
estarlo.

Me es imposible hacer algo sin pensarte;
ni desnudar otra piel, ni besarla, ni quererla;
nada sin imaginar que fueras tú quien me
recibiera.

Es curioso teniendo en cuenta que no existen
compromisos, pero no es un secreto que desde
hace tiempo siento algo sincero.

Me da miedo esta lucha de emociones
e ideas que no dejan descansar a mi
consciencia; por eso prefiero solo cerrar
los ojos y dejar que el tiempo sea quien lo
aclare todo.

También existe el miedo a equivocarse
pero no hay crecimiento sin error; tal vez
de un paso en falso y caiga pero solo
entonces tendré las fuerzas para seguir
andando.

Estamos separados por un cristal; podemos
vernos y hablar mientras hay otros que
nos agarran de las manos, pero tengo
aquí sujeto unos versos para romperlo
en el momento en el que estemos preparados.

No temas si me ves junto a otros labios; solo
buscan un refugio a tu ausencia, solo buscan
experiencias, a la espera de algún día
reencontrarse con los tuyos.

Y finalmente cuando duerma, pasarás
nuevamente por mi cabeza, dispuesta a
recordarme que entre tanto disparate, solo
tú eres la única que me trae
paz.

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