domingo, 15 de octubre de 2017

Huida hacia mí

No es la primera vez que veo el barco zarpar
sin mí dentro. El humo invade el cielo y mancha
el dibujo que las nubes forman; intoxica mis
pulmones y me sujeta la respiración, la alarga,
cuesta.

Está bien, al final se aleja lo suficiente y el agua
se vuelve clara de nuevo. No se ve el fondo
y me gusta imaginar lo que puede
surgir.

Las fotos se ven partidas la mayor parte del
tiempo; estoy yo y los demás se apartan de algún
modo. No estoy solo pero empieza a sentirse
familiar sentirlo; las letras comienzan a ser
mi más preciada compañía y las cuido
tanto como puedo.

Podría haber alguien que las recibiera pero se hace
más fácil que crezcan por y para sí solas,
que vuelen y se filtren por los huecos que las personas
no cierren.

Cesé en la búsqueda de mi propio Nirvana casi
sin darme cuenta; siempre me empeño en volver
cuando más cerca estoy de alcanzarlo.
Hui de mí mismo para aproximarme al vacío,
como un suicida deja que su vida se marche y una vez
aquí abajo me percaté de que la luz decidió quedarse
en lo alto.

Subir es más complicado de lo que parece pero los
retos están para enfrentarlos, descubrir lo grandioso
tras la cara visible, como ocurre con la cara oculta de
La Luna.

Una vez más se aleja el humo, esta vez de la hoguera
que pensé que me calentaba; podía esperarlo,
este no puede retenerse el tiempo que a uno le
plazca.

Lo dejo disipar del todo para intentar ver más allá
sin asfixias ni agonías. No pienso correr, ni gritar,
ni llorar; apreciaré la forma en que invade la
atmósfera, acariciando las luces de la noche.

Somos mejores cuando queremos más que nuestra
felicidad; te suelto para que llegues bien alto,
sin mí.

Sigo andando por mi lado, dejando huellas que
me recuerden el camino que he querido tomar y no
dejarlo jamás, aun ampliando
los horizontes.

Me llevo todo lo aprendido, todo lo fallado, todo
cuanto me ha creado.

Me cargo de mí.

Y sigo.

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