¿Qué habría
después?
Si cayera
abatido al suelo gélido, bajo
el
nacimiento de crisantemos y claveles,
¿pensaría en
mí aquella que
quiero que entre
verdaderamente
en mi vida?
El drama ha
agarrado en múltiples ocasiones
a mis letras
y les ha dado forma,
sin ánimo de
compadecerme,
solo por
expeler y vaciar lo que pudría
mis entrañas
y una vez
más se apodera de una nueva
historia,
abarcando
los lugares más iluminados y
atemorizando
a mis concepciones.
¿Acaso
importa lo que pienso?
No escucho
ahora la voz de un ángel sobre
mi hombro
sino la risa
siniestra de una verdad
atormentada.
¿No son tus
ojos mi destino?
Es difícil
comprender el motivo por el que
te cruzaste
en mi camino si no tienes intención
de quedarte.
¿Aún no te
has ido?
Aléjate de
todo mi entendimiento y
déjame
perdido.
Permite que
me arranque el latido que
te nombra a
cada impulso
para no
tener así que recordarte cada vez
que vivo.
Hazlo,
tolérame la condena que te pido
y llámame
loco por contrariar
tu compasión
y regresar,
aun sangrante y dolorido.
Porque soy
aquel soldado que vuelve
por pasión
aunque la guerra esté
perdida,
porque soy
aquel poeta que escribe
aunque ya no
le quede
aliento.
Por eso
hazlo y no lo hagas,
vete y no
del todo…
No le hagas caso
a mi cordura que pretende
olvidarte en
vano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario